En la entrada anterior (click aquí), dejé abierta la pregunta:
¿Hacía dónde es posible movilizar la Gestión Cultural más allá de sus circuitos tradicionales?
La idea con esta pregunta es expandir —hasta donde sea posible— los alcances conceptuales, disciplinarios y laborales de un(a) gestor(a) cultural. Sobre todo cuando es un agente de cambio que contribuye a la reflexión y al encuentro de soluciones a problemas que en apariencia “no son culturales”.
Muchas personas hemos sido testigos de cómo el momento histórico suele restringir las opciones sobre lo que es o no posible en ese momento. Pero también es fácil reconocer que buena parte del triunfo de la humanidad ha ocurrido cuando hemos sido capaces de think outside the box, es decir, de pensar la realidad por fuera de la caja, por fuera de la chistera. Cuando lo hemos hecho, hemos ido mucho más allá de lo que se declaró imposible —o como una locura—.
La Gestión Cultural más allá de sus circuitos tradicionales
Para mover la Gestión Cultural más allá de sus circuitos tradicionales, la magia aparece cuando somos capaces de reconocer que el factor diferencial de la Gestión Cultural —frente a otras áreas académicas que abarcan lo cultural—, es cuando nos hacemos conscientes de que la chistera ‘cultura’ está acompañada de la chistera ‘gestión’.
Sobre la gestión, Vich (2021) ofrece una perspectiva que tiene una resonancia profunda que sustenta el aprender a valorar y validar lo no concreto:
«Hoy el discurso oficial es uno tal que celebra resultados, pero que invisibiliza los procesos que conducen a ellos. La gestión, entonces, no debe ser solo ‘lo que se administra’, sino, sobre todo, ‘lo que se gesta’, vale decir, lo que se siembra, lo que debe ir emergiendo como efecto de un trabajo paciente y estratégico. ‘Intente ver lo que realmente ve’ es una máxima ética que Badiou (2010) le propone al sujeto contemporáneo»
Esta es una idea potente que cambia la relación y la forma como tradicionalmente vemos y evaluamos ‘lo exitoso’:
En primer lugar, si nos fijamos en la primera frase, Vich controvierte esa visión predominante que privilegia el resultado y suele invisibilizar los procesos y los medios a cargo de un gestor o gestora. En segundo lugar, ‘Intente ver lo que realmente ve’, es un llamado a la coherencia, porque desde la gestión es elemental hacer énfasis en visibilizar, trabajar y poner en valor los procesos y los medios empleados en la gestación de una manifestación cultural, mucho más que en los resultados o los impactos evidentes que pueda generar.
Quizá como gestor(a) los resultados se dan por añadidura -o por correspondencia- o quizá podrían ser el compromiso del administrador. Entonces, al movilizar y centrar la atención y la mirada sobre los procesos y los medios que elegimos, en INDIGOcultural propongo que:
1. La Gestión Cultural sea un área que brinde la oportunidad para movilizarnos, de una vez y por todas, y salirnos del cajón «el fin justifica los medios», para cocrear una realidad que privilegie la máxima huxleysiana:
Aldous Huxley. Imagen tomada de Ecoosfera
«El fin no puede justificar los medios
por la sencilla y clara razón de que los medios empleados
determinan la naturaleza de los fines producidos». Aldous Huxley.
2. La Gestión Cultural se movilice y se expanda hacia el cuidado del diseño, estudio, reflexión y propuesta de los procesos y los medios que forman los resultados.
Te invito a participar, controvertir y alimentar la conversación en la caja de comentarios, respondiendo ¿Qué piensas de esta Gestión Cultural?
Gracias a todos por la lectura, por comentar y compartir.
Autor
Comunicadora y Productora Audiovisual, maestra en Gestión de la Cultura.
En la siguiente publicación estaré respondiendo la tercera y última pregunta de esta breve trilogía introductoria sobre este océano llamado INDIGOcultural ¿Cómo es que la naturaleza del(la) Gestor(a) Cultural podría contribuir a encontrar soluciones a problemas en los procesos y medios que dan luz a una manifestación cultural o creativa?
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